Esta vez estoy haciendo un experimento. Siempre soñé con escribir y soñé aún más con que gente que no conozco leyera lo que escribo, internet y los blogs me han dado esa oportunidad. Este trimestre el horario de la universidad está mas relajado y me he dado la oportunidad de hacer un curso de escritura creativa, del cual llevo dos clases y por el momento me encanta! Nuestra primera tarea fue escribir unas "instrucciones para volverse loco" y yo lo hice en base a mi carrera....si no saben lo que estudio todavía (NO! no es letras ni comunicación social) podrán volverse locos como yo a continuación...espero que les guste.
Toda persona que ha pasado por la educación universitaria asegura que es una tortura, pero una vez que se empieza a trabajar todos extrañan estudiar. Esto ya parecieran afirmaciones de loco. Para acertar en el primer intento esta no tan difícil tarea, escoja estudiar arquitectura o alguna carrera afín. Para su primera entrega deberá organizarse mejor que una madre soltera con 7 hijos que trabaja doble turno, y una vez obtenido un fino programa de ejecución, póngalo en marcha. Al principio pensará que lo está haciendo todo bien y seguirá cuerdo por dos días. Al tercer día cuando el tiempo se empieza a acabar, los primeros destellos de locura comenzarán a aparecer. Sentirá que cae libremente en un pozo sin fondo cuando las horas pasan y usted solo ha trazado dos líneas de un plano y le faltan siete planos más.
A continuación cuestionará cada paso de aquel programa de ejecución tan organizado y que tanto tiempo le había tomado hacer. Pensará que el tiempo invertido en organizarse sería útil en estos momentos. Ya casi ha logrado du objetivo cuando empieza a tener alucinaciones, perdió el sentido del tiempo y ya no sabe si la luz a lo alto del edificio del frente sigue siendo una luz o es el sol que empieza a decirle que falló en terminar la entrega pero está logrando volverse loco.
Una vez logrado todo lo anterior, se sienten aires de mundos sin polución y casi se puede ver a lo lejos como se acerca el tierno aroma de la locura fresca. Este, es el momento crucial, ahora es cuando deberá seguir los últimos pasos con ahínco. Son las 6 am y todavía le falta la maqueta y es cuando alguien en su casa pasa por su lugar de trabajo y pronuncia esta frase: “si no dejaras todo para último minuto, quizás te daría tiempo de terminar la entrega”, esta frase retumbará en su cabeza y se repetirá una y otra vez. Deberá decirse para sus adentros que usted hizo todo bien, se planificó y no dejó nada para último minuto. Repita estos últimos dos pasos al menos cuatro veces. Sentirá una urgencia por gritar que nadie lo entiende y que deberían los demás intentar hacer lo que usted hace sin volverse locos. Hágalo. Cuando esté seguro que ha hecho su mejor esfuerzo, agarre sus peroles y vaya a su entrega. Acepte lo que le digan sin dejar de pensar en esa pradera larga y sin un edificio, donde nadie pone las reglas y usted es el Leonardo Da Vinci de la construcción. Una vez terminado el día, regrese a casa sin importar el resultado. Cuando le pregunten cómo le fue, limítese a responder con un conciso “normal” y regrese a la cama. Intente dormir y mientras lo hace recuerde como le gritó a esa persona que vive en su casa lo que fue su primer arranque de locura. Siéntase mal al respecto. Vaya a pedir perdón. Cuando se entere que lo que quiso gritar, no lo gritó sino que fue todo una ilusión, habrá logrado su cometido.
Una vez logrado todo lo anterior, se sienten aires de mundos sin polución y casi se puede ver a lo lejos como se acerca el tierno aroma de la locura fresca. Este, es el momento crucial, ahora es cuando deberá seguir los últimos pasos con ahínco. Son las 6 am y todavía le falta la maqueta y es cuando alguien en su casa pasa por su lugar de trabajo y pronuncia esta frase: “si no dejaras todo para último minuto, quizás te daría tiempo de terminar la entrega”, esta frase retumbará en su cabeza y se repetirá una y otra vez. Deberá decirse para sus adentros que usted hizo todo bien, se planificó y no dejó nada para último minuto. Repita estos últimos dos pasos al menos cuatro veces. Sentirá una urgencia por gritar que nadie lo entiende y que deberían los demás intentar hacer lo que usted hace sin volverse locos. Hágalo. Cuando esté seguro que ha hecho su mejor esfuerzo, agarre sus peroles y vaya a su entrega. Acepte lo que le digan sin dejar de pensar en esa pradera larga y sin un edificio, donde nadie pone las reglas y usted es el Leonardo Da Vinci de la construcción. Una vez terminado el día, regrese a casa sin importar el resultado. Cuando le pregunten cómo le fue, limítese a responder con un conciso “normal” y regrese a la cama. Intente dormir y mientras lo hace recuerde como le gritó a esa persona que vive en su casa lo que fue su primer arranque de locura. Siéntase mal al respecto. Vaya a pedir perdón. Cuando se entere que lo que quiso gritar, no lo gritó sino que fue todo una ilusión, habrá logrado su cometido.